Anento (Zaragoza)
Ahora que esta tan de moda en todas las redes sociales los anglicismos (como si no tuviéramos nosotros suficientes palabras en nuestra maravillosa gramática castellana) me causo sensación un cartel donde se definía la comarca de Daroca y más concretamente Anento como uno de los lugares donde se vive la filosofía «Slow» (lento) aunque también podríamos decir…pausado, sosegado, tranquilo, paulatino, gradual, premioso, tardo, flemático…que todos entenderíamos perfectamente. Pues bien; ya habréis adivinado de que pueblo es la entrada de nuestro apartado «Lugares y Placeres» de hoy.
La verdad es que tranquilidad, no se respira mucha, cuando llegamos un gran aparcamiento lleno de coches nos indica que vamos a estar muy acompañados en nuestro recorrido así que cámara en mano, buen calzado y paciencia nos adentramos en uno de los pueblos más bonitos de España.
En solo tres décadas ha pasado de ser un pueblo abandonado a lo que hoy en día podemos ver, ubicado entre la meseta de Campos de Romanos y el valle del Jiloca, en los años 80 vivian menos de diez personas y en los noventa un único habitante, pastor, que dormía tras encerrar su rebaño. Anento en 30 años y gracias a un grupo de vecinos, emigrados, gentes de ciudad que empezaron a restaurar viviendas y convertirlas en su residencia lograron que su pueblo sea uno de los más bonitos de España.
En el 2015, en la feria de turismo Fitur, la localidad pasó a integrar la lista de poblaciones más bellas del país.
El pueblo dispone de un albergue con 92 plazas, dos casas de turismo rural y de un restaurante, uno de los vecinos me cuenta que de 2000 visitantes han pasado a 10.000 en un año. Así que nos disponemos a contribuir en ese número de turistas y curiosos, tomamos la primera calle y empezamos nuestro recorrido.
Iglesia de San Blas Románica del siglo XII
La verdad es que cuando paseas por sus calles te vas dando cuenta del trabajo y esfuerzo que han realizado en la restauración y construcción de las casas, todas tienen algo especial y personal. Los colores rojizos, amarillos y azules están por todos lados, subimos unas escaleras de piedra que nos llevan a lo alto del pueblo y desde allí una panorámica de todo Anento se muestra ante nosotros.
Dentro de la arquitectura popular podemos encontrar hornos, peirones, bodegas, neveras, pozos, tejerías y molinos. Llegamos a la oficina de turismo y ya con el plano en la mano e información nos dirigimos hacia El Aguallueve una formación caliza donde varios manantiales de agua han construido un paraje espectacular.
El microclima que se ha creado a dado especies como helechos, juncos, mentas y el agua que gotea y se escurre ha formado paredes de musgo y piedra «toba» junto con pequeñas grutas escondidas.
El pequeño estanque donde remansa el agua se canaliza para dar agua a los huertos cercanos. Nuestra visita acaba en El Castillo de Anento y El Torreón Celtíbero dos fortalezas que proporcionan fantásticas vistas del valle.
Nos vamos, no sin antes tomarnos un cafecito en «El Horno», así se llama el bar restaurante, dejamos las puertas abiertas para poder volver, faltan cosas por hacer, pero no me cabe la menor duda que se está trabajando para solucionarlas.
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